Por R RAMOS-PEREA
Pido excusas por lo personal de este escrito, pero no es es difícil escribir de la gente a la que admiro. No solo a la que quiero, sino a la que ADMIRO. Admirar: mirar con asombro; como adorar, que es dar el oro del alma.
Conozco a Amneris Morales desde hace mucho. Compartimos escenario en LA CARRETA de 1982. Ella hacia una vibrante Juanita, y yo en lo que pude (¡soy muy mal actor!), encarné al Luis bajo el abrazo de nuestra madre teatral, la inmensa Lucy Boscana y del inolvidable Luis Vera, viejos actores columnas de la Patria a quien ella y yo supimos amar con devoción.
La vida llevó a Amneris por caminos interesantes en su excepcional talento de primera actriz, y nos seguimos encontrando en telenovelas y teatro aquí y allá, y en ese paso un día estuvimos en el balcón de mi casa donde compartimos, yo con mi compañera de entonces, la primera actriz Angela Mari -hermana casi de sangre de Amneris- y el que será por siempre uno de los inmensos actores de la Patria, Miguel Ángel Suárez, su amado compañero entonces. Mi historia con Mickey Suarez no es larga, pero es intensa. Y en ella Amneris tiene buena parte. Del corazón del aquel romántico salvaje, Amneris caminó la poesía. Ya la traía en su ternura de mujer de teatro. Pero le sumó la pasión recia, violenta, temeraria y voluntariosa que aquellos que la sentimos, somos capaces hasta de morir por ella. La pasión enferma de HACER teatro. Ponerlo en escena, para que otro lo vea y se contagie y se muera por ella. Y para hacer la decisión más difícil, tomó la guagua aérea a ese barrio de San Juan que se llama Nueva York. Allí ha hecho notabilísma carrera, ha cultivado amistades, y ha pintado casi con sangre ese sueño salvaje de producir teatro.
Cuando comenzaron nuestros diálogos sobre hacer mi obra TUYA SIEMPRE, JULITA en Nueva York, mi cariño por ella recibió un pincelazo de pena. ¿Cómo vas a hacer esto en Nueva York, si hacer teatro boricua allá es como meterse voluntariamente en una cámara de tortura?
Pero ella, en su arranque fogoso me abofeteo con miles de posibilidades. Y bueno, ahí me arrastró en el empeño y tras darse en la frente con un millón de IMPOSIBILIDADES, la semana pasada las luces iluminaron a su hija Belange Rodriguez, prodigiosa actriz que hereda los rugidos de su madre, junto al primer actor Cheo Oliveras, director de la Compañía Teatro Círculo NYC.
Como soy el dramaturgo, no debo juzgar la asertividad de su trabajo como directora de mi obra junto al colega y amigo Iván Goris, esposo de Belange. Pero sí puedo decir que verla trabajando como hormiguita laboriosa bajo las peores y más complejas circunstancias de hacer teatro latino allá, y verla TRIUNFAR, con una sala llena que la aplaudió de pie, ver público llorando a lágrima viva por su trabajo, ver felicitaciones y abrazos conmovidos de gente que SÍ sabe de este arte, certificaron todo lo que yo pienso y no puedo decir.
No tengo como agradecer ni reciprocar tanto amor del bueno.
Bueno, sí tengo.
Mickey Suárez le dejó muchos poemas de amor a Amneris. Mickey era un excelso poeta. Publicado y evaluado por los mejores críticos del país. Esos poemas son la más acendrada memoria de un amor. Como mi Julita, esa memoria hay que reconstruirla a cada instante porque es la que da razón a la existencia. Y como los fragantes pétalos de una flor, para hacerlos inmortales hay que hacerlos perfume.
Los poemas de amor de Miguel Ángel Suarez a Amneris Morales serán publicados por el Instituto Alejandro Tapia y RiveraInstituto Alejandro Tapia y Rivera próximamente.
Por Amneris, por Mickey, por el amor.
Hermana, te quiero un mundo.
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