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JOSÉ JULIÁN ACOSTA: 200 años de un ILUMINADO.

Roberto Ramos Perea

Por R Ramos-Perea


Celebro con inmensa alegría el que Hoy, 16 de febrero, se cumplen 200 años del nacimiento en la ciudad de San Juan, de uno de los patricios iluminados de toda nuestra historia: el maestro José Julián Acosta. Hijo de una familia de destacados intelectuales y de hombres y mujeres de bien que, con su labor y sacrificio, colocaron el Puerto Rico del siglo XIX en un pedestal de resistencia y justicia admirable.


He estudiado por años la obra de este hombre, lamentablemente hoy desconocida para su pueblo. Esta ha sido ocultada, marginada y muy poco estudiada por la academia y las instituciones culturales. La razón de este olvido es tan espuria como avergonzante: la estulta razón política.


Desde 1846, cuando José Julián Acosta abordó un barco junto a Román Baldorioty de Castro y otros dos estudiantes con destino a España para educarse y formarse como maestros de lo que hubiese sido la primera universidad puertorriqueña, siempre puso por delante las más limpias y sagradas intenciones de progreso social e intelectual para nuestra patria. Como uno de los más importantes científicos de nuestro país, fue profesor, gestor cultural, primer historiador nuestro, intelectual consistente, maestro sin par y solidario hermano de genialidades como Baldorioty, Tapia, Segundo y Betances.


Fue promotor del desarrollo económico, agrícola, editorial e industrial. Publicó docenas de libros, fundó y dirigió uno de los periódicos más importantes de Puerto Rico, El Progreso, e incluso contribuyó con interesantísimas obras de ficción y crítica a nuestra naciente literatura. Fue Diputado en las Cortes luchando ante España por justicia para Puerto Rico.


Pero… ese caprichoso y torpe razonamiento de olvido y la selectiva memoria fanática de nuestro pueblo lo encasilló primero como liberal reformista y, después, como un ingrato asimilista. No fue hasta su muerte que algunos sectores reconocieron la valía de su inmensa obra.


José Julián Acosta estuvo preso bajo sospecha de sedición en el Motín de los Astilleros, durante la revolución lareña, y fue perseguido tras su participación en la Junta Informativa de Reformas de 1866 por haber exigido, junto a Ruiz Belvis, la liberación de los esclavizados. Los separatistas iracundos, como Betances desde su exilio, lo condenaron al desprecio por su decisión de no asumir la lucha armada, de la cual él sabía que no tenía futuro.


200 años han pasado desde el nacimiento de este hombre que merece ser recordado de las maneras más entusiastas. Es una pena que la memoria de nuestro pueblo solo recuerde lo que hace demasiado ruido. Me permito recordar, por último, que LA PATRIA SE HACE HACIENDO, resistiendo de frente la adversidad, logrando, armonizando y consiguiendo. José Julián Acosta HIZO y merece ser recordado siempre junto a ese otro gran maestro y genio que fue Román Baldorioty de Castro y también junto otro, que fue su hermano del alma, y con él que parió una Nación, con Alejandro Tapia y Rivera.


¡Gratitud eterna al Maestro José Julián Acosta!

 
 
 

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