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Sudáfrica, TruMusk y el fin del imperio del caos de los Estados Unidos

José E. Muratti Toro

- José E. Muratti Toro

Atesoro en mi corazón el ideal de una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir.

- Nelson Mandela


La Dutch East India Company, se estableció en Cape Town, Sudáfrica, en 1652. Desde entonces una minoría descendiente de holandeses, alemanes e ingleses, tras convertirla en colonia británica en 1795, gobernaron el inmensamente rico país (principal productor de diamantes del mundo) de 62 millones de habitantes de los cuales solo el 7% (4.2 millones) son blancos.


En 1948, tras la II Guerra Mundial, el gobierno "Afrikaans" estableció el apartheid, la segregación racial más radical de la historia: no solo era un crimen que blancos y negros intimaran, sino incluso que se casaran. El comediante Trevor Noah, en su libro Born a Crime, relata que no podía caminar al lado de su padre suizo y su madre xhosa, porque les podían arrestar y separar a Trevor de su familia.


Sudáfrica se independizó de Inglaterra en el 1961 y el apartheid, que torturó y asesinó a 21,000 personas y encarceló, decenas de miles más, duró 46 años hasta el 1994, cuando el African National Congress, cuyo líder, Nelson Mandela, estuvo encarcelado 27 años por luchar contra el gobierno, ganó las elecciones, terminando el régimen. El Congreso Nacional Africano y Mandela tuvieron la decencia de no desquitarse de los promotores del apartheid y formaron un gobierno conjunto con parte de la élite blanca que sostuvo dicho racismo durante décadas.


Desde 1462 los portugueses, desde 1562 los holandeses, y desde entonces los europeos (españoles, portugueses, franceses, belgas, alemanes, holandeses, ingleses e italianos) se repartieron el continente africano, el segundo más grande en territorio y población del mundo, y crearon países artificialmente para controlar sus gobiernos, sus residentes y sus recursos naturales, y ponerlos al servicio de los gobiernos, las elites y los intereses económicos de las metrópolis europeas.

El continente más rico del mundo es el más pobre, gracias a la colonización europea que lo conquistó a biblia y espada, y lo sigue explotando mediante corporaciones multinacionales y corruptos gobiernos nacionales que, al igual que sus colonizadores, solo piensan y actúan para su propio e inmediato enriquecimiento.


Pues ahora resulta que en respuesta a la decisión del gobierno de Sudáfrica de nacionalizar territorios controlados por ese 7% blanco, TruMusk y los EEUU han suspendido las relaciones con Sudáfrica (la "S" de BRICS, ¿tendrá algo ver?), ha declarado que la población blanca es objeto de discrimen racial y les han ofrecido asilo sin condiciones en los EEUU. 

El coqueteo de ambos con el nacionalismo evangélico de EEUU, la limpieza étnica anti-Palestina de Israel, el iliberalismo antinmigrante de Hungría, Francia e Italia, y el neonazismo del AfD de Alemania, enseña sus verdaderas aficiones y preferencias raciales al acoger los expromotores del apartheid como inmigrantes preferenciales de los EEUU.

Mientras dentro del Imperio del Caos, como lo llama el periodista Pepe Escobar, el liberalismo corporacionista del Partido Demócrata sigue desconcertado y boquiabierto (como ciervo congelado frente a las luces nocturnas de un camión) ante el blitzkrieg de TruMusk contra el gobierno federal mediante proclamas, amenazas de despidos, secuestros de agencias y programas con presupuestos billonarios, así como con amenazas contra fiscales, el FBI y la CIA, por milicianos indultados, la aplanadora proto fascista del Partido Republicano sigue derribando instrumentalidades gubernamentales, prerrogativas congresionales y usos-y-costumbres protocolares como si fuesen verjas de plywood. Frente al aparentemente imparable embate, la ciudadanía se sobrecoge ante la inminente debacle económica, laboral y de derechos civiles que MAGA no tiene empacho en infligir a indocumentados, envejecientes jubilados, madres solteras y niños discapacitados por igual.

En gran medida, están logrando su cometido: traumatizar tanto la población como lo hicieron los tanques que cruzaron a Polonia, Bélgica y Holanda en 1939 durante los primeros 100 días de la II Guerra Mundial.


La mayoría al parecer se paraliza, se desespera, se desconecta. El shock es tan fuerte que se teme que lo que se avecina será cada vez peor. Aunque activistas, la judicatura y empleados amenazados están despertando del letargo y comenzando a desafiar el sabotaje del aparato gubernamental, los más alarmados comienzan a especular sobre los recursos con que cuentan las tantas víctimas de tanto atropello.

Una posible acción en favor de la población civil podría provenir de las fuerzas armadas. La renuncia del general Miley, exjefe del Estado Mayor y las expresiones de algunos de sus pares, como el teniente general Russel Honoré, podrían presagiar que dicho cuerpo consideraría intervenir para "rescatar la democracia" como tantas veces lo hicieron fraudulenta y falsamente contra gobiernos elegidos democráticamente en Latinoamérica, África y el Medio Oriente.


La idea de un golpe militar contra un gobierno democráticamente electo en los Estados Unidos no solo resulta preliminarmente inconcebible, sino de una ironía inconmensurable. Tras 160 años de un intento concertado por conservadores y liberales de mantener las fuerzas armadas separadas de los partidos políticos para evitar, precisamente, su uso por uno bando o partido para apropiarse el poder, muchos se niegan a pensar que tal acción contra el golpe de estado por “orden ejecutiva” que TruMusk está imponiendo es demasiado remota e impensable.


Pero en estos tiempos en que parece consolidarse un fragmentado Imperio del Caos compuesto por Rusia, Hungría, Israel y los Estados Unidos, las posibilidades nefastas parecen ser tan vastas como posibles.



'I dream of things that never were and think: why not?"

- George Bernard Shaw

 
 
 

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