Por R RAMOS-PEREA
La dramaturgia puertorriqueña duplica su validez cuando, además de montarse, se publica y permanece por siglos. No todos los días se recibe la gratísima sorpresa de recibir libros puertorriqueños de colegas dramaturgos. Mi buzón me ha regalado la amplia sonrisa de recibir cuatro importantísimas publicaciones de mi compueblano mayagüezano, dramaturgo y amigo de muchos años, Ángel S. Torres Cabassa.
Cabassa no ha sido un dramaturgo desconocido para mi generación, pues muchas de sus obras se llevaron a escena en las décadas del 70, 80 y 90 en los teatros, tanto de San Juan como en teatros de Estados Unidos. Desde su primer estreno, tan lejos como en el año 1978, con su comedia infantil Habitantes de la Casa Embrujada, Torres Cabassa ha mantenido una constante y pertinaz vocación de expresar, a través del teatro, sus más entrañables preocupaciones como intelectual.
Los 4 libros recientes de mi compueblano y colega son tres volúmenes titulados Teatro Íntimo: A Primera Vista, que constituyen una colección de obras de inmenso valor dramático y su exitosa Habitantes de la Casa Embrujada. Ya antes, Cabassa me había regalado su excelente libro Antifaces y Máscaras, en el que publicó seis de sus más celebradas piezas.
Admiro su dramaturgia desde el estreno de su magna obra Matilde en 1989, cuya trama se desarrolla en el Mayagüez posterior a la invasión. En esta obra, Torres Cabassa explora una panorámica de personajes ricos en ansiedades y contradicciones con las que plantó en buena tierra sus excepcionales cualidades como dramaturgo.
Admirar la vasta gama de situaciones dramáticas, así como los complejos personajes que habitan tanto el mundo mayagüezano como el capitalino y, por cierto, el estadounidense, en su teatro, y que nos ilustran más a fondo la idiosincrasia puertorriqueña.
Ángel acaba de jubilarse de una excelente carrera como científico en los Estados Unidos, donde residió durante muchos años, y me ha manifestado que piensa dedicarse enteramente a la faena literaria, manteniendo, como siempre, su vocación por la dramaturgia. Estos cuatro tomos, unidos a sus otras publicaciones, nos muestran a un dramaturgo poderoso, inquieto y apasionado.
Los temas de sus obras, varias de ellas en un acto y la mayoría en la tradicional convención de dos a tres actos, exponen problemáticas muy vigentes. Aunque muchas de sus obras se ubican en el Puerto Rico del pasado —digamos, del siglo XIX y XX—, son espejos prístinos de la actualidad. Resulta sumamente interesante que, en su obra Agua pa’ bebéj de 1998, aborda el tema de la cólera morbo en Puerto Rico del siglo XIX, un tema que, también yo toqué en mi obra Aqua Funesta, la cual espero estrenar prontamente. Compartimos pasión de historia.
Torres Cabassa trabaja también los temas del pasado criminal de sus personajes y cómo se conciben los ajustes luego de su redención, como lo plantea en su obra Vendimia (2007) y en Los Turísticos (2010). Las relaciones familiares y de pareja, en muchas de sus obras, muestran los estrepitosos choques emocionales que se producen cuando el deseo domina.
Aprecio mucho su tratamiento del mundo pueblerino mayagüezano, del que tanto él como yo fuimos testigos: los chismes que arruinaban familias, el conocido “pueblo pequeño, miseria grande” y las aspiraciones de una vida mejor fuera de la provincia.
Cuánto quisiera que los grupos de teatro actuales accedieran a estas obras de mi compueblano dramaturgo, porque en ellas encontrarán teatro puertorriqueño de altísima calidad, grandes preocupaciones, poderosas situaciones dramáticas y una vocación avasalladora por el teatro y la patria.
Sus libros se pueden conseguir a través de Amazon.com y de Lulu.com. y mis ejemplares forman parte ahora de la BIBLIOTECA NEBOT, del Instituto Alejandro Tapia y Rivera que posee la más completa colección de la dramaturgia puertorriqueña publicada desde 1809 al presente.
No está de más decir que son joyas desconocidas, pero brillantes, de nuestra dramaturgia contemporánea. Mi abrazo y mi felicitación a este indispensable colega.
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