Prof. ROBERTO RAMOS-PEREA
Como Presidente del Instituto Alejandro Tapia y Rivera tengo la excelente oportunidad de presenciar actos culturales maravillosos. Mantuve durante años largos mi investigación y mi promoción de los trabajos de los dramaturgos e intelectuales puertorriqueños negros, estudié y publiqué libros y estrené obras sobre sus vidas, impulsé los montajes de sus obras, y las di a conocer a las nuevas generaciones de actores, que por los racismos imperantes en la academia y en la cultura oficial nunca gozaron la necesaria visibilidad y la merecida gratitud por su existencia.
Ayer en la noche disfruté de una pequeña maravilla. A cordial invitación de su maestro, el destacado actor Nelson Alvarado, presencié el montaje de dos obras de uno de los más importantes dramaturgos puertorriqueños negros de nuestra historia teatral, llevada a escena por los estudiantes de teatro del Colegio Otoquí de Bayamón. Las obras fueron COSAS DEL DÍA, de 1892 y ME SAQUÉ LA LOTERÍA de 1887 escritas por ese genial puertorriqueño negro que fue el guayamés MANUEL ALONSO PIZARRO (1856-1904).
La ejecución de las obras fue tan esmerada y convincente que me parecía estar viendo actores experimentados. Las maravillas que hace el mucho ensayo y el conocimiento pleno de lo que el actor dice para entender por qué lo hace. Las obras, ambas escritas en verso jíbaro, mantuvieron un ritmo acelerado salpicado de buena comedia, a lo que estos talentosos estudiantes respondieron con energía y toneladas de entusiasmo.
Lo que más me impactó de todo fue el conocer que estos jóvenes actores sabían la importancia del teatro que estaban haciendo como uno de los desconocidos clásicos de nuestra dramaturgia.
Que COSAS DEL DÍA es un manifiesto revolucionario contra del abuso de los aristócratas criollos contra los artesanos y obreros. La obra nos presenta además al servil criado -que no se reconoce como obrero- lamiendo las botas del poder para esconder las trampas de su amo. Al final, “el que se mete a redentor…”
ME SAQUÉ LA LOTERÍA es la cruda representación de los abusos de los “jaibas” citadinos que se aprovechaban de las fortunas de los jíbaros incultos y mandaban a sus hijos seductores a enamorar a inocentes jibaritas y encantarlas con “el duice jechizo” de sus falas promesas de amor para quedarse con sus fortunas.
MANUEL ALONSO PIZARRO, una de las mentes privilegiadas de nuestra patria negra, siempre ha sido un orgullo para los que le conocemos. Su trabajo, que es mucho más amplio que estas dos obras, -especialmente su obra maestra EL HIJO DE LA VERDULERA de 1902-, nos conmueve por su valentía, su arrojo y su clara visión sobre las desigualdades del mundo.
Las nuevas generaciones merecen conocerlo, montarlo en sus escuelas o invitar a grupos que se las muestren, hablar de ellas. Son obras aparentemente sencillas, están bañadas de justicia y amor por el oprimido, y sobre todo de la necesidad que tiene la nación, de una urgente educación que combata injusticas y abusos. Las obras de todos estos dramaturgos puertorriqueños negros están disponibles gratuitamente en nuestros archivos.
Felicitaciones al Grupo de Teatro del Colegio Otoquí de Bayamón, a su maestro Nelson Alvarado y la gerencia del Colegio que fomenta la literatura dramática puertorriqueña como una prioridad de la enseñanza. Gracias infinitas por invitarme a presenciar esta pequeña joyita, que es agua fresca en el desierto de nuestro teatro.
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