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¡HASTA SIEMPRE, CARLOS!


Por R. Ramos-Perea


Me acabo de enterar, por mi queridísima hermana la primera actriz Raquel Montero, de la partida del dramaturgo argentino-puertorriqueño Carlos Ferrari.El Instituto Alejandro Tapia y Rivera, destinado a promover, difundir, proteger y honrar la obra de los grandes dramaturgos puertorriqueños, manifiesta su profundo pesar por la pérdida de este gran baluarte de la comedia teatral puertorriqueña.


Sabíamos de su condición de salud, e incluso teníamos agendado visitarlo, cosa que nos impidió el terrible ajetreo diario de esta carrera que compartimos Carlos y yo.


En lo personal, Carlos Ferrari y yo compartimos muchas conversaciones interesantes sobre el destino del teatro en Puerto Rico, sobre su obra y la mía, a las que unían los temas del momento, que él —con su “coser y cantar” argentino— sabía hilar muy bien en nuestro estilo.


La obra dramatúrgica de Carlos Ferrari tiene muchos méritos, y esos méritos los engrandecía el inmenso talento actoral del que se rodeaba. Ferrari compartió muchos años con Teatro del 60, la primera compañía de teatro del país a su llegada. Después, en el año 1977, fundó su propia compañía, llamada Nuestro Teatro, con la que, junto a muchos actores de grata recordación, dio vida a numerosos éxitos de taquilla y de público, que siempre fueron una jugosa alternativa al entretenimiento teatral de la capital.


Si bien es la pérdida del colega apreciado, es también la ganancia del poderoso dramaturgo. Y los dramaturgos estamos para ser testigos de nuestro presente y memoria de nuestra civilización. Estas dos tareas, Carlos las cumplió cabalmente. Y con su natural simpatía, su chispa y su -a veces no mesurado- cinismo, pudo hacer una carrera que marcó un importante capítulo de nuestra historia teatral.


Los que conservamos libretos de su obra podremos seguir disfrutándolos en el futuro, si sus familiares nos permiten exponerlos al ojo de nuevas generaciones. Y creo que la importante compañía PSB estrenará dentro de poco su famosa Miss Piña Colada, lo que será una extensión del homenaje que podrá hacérsele en estos días de su partida.


Siempre recordaremos y agradeceremos la inconmensurable aportación de aquel nutrido grupo de artistas argentinos que, tras las tribulaciones de su patria, llegó para quedarse como nuestra familia, asumir nuestra sangre y compenetrarse total y absolutamente con nuestra idiosincrasia y contribuir excelentemente a ella: entre ellos, Carlos, Tony Croatto, Raquel Montero, Alicia Curí y antes de ellos Axel Anderson, la muy querida Helena Montalbán, y muchos otros que se convirtieron en llamas vivas de nuestra cultura. Esto lo agradeceremos eternamente.


No nos enlute la partida de Carlos, por el contrario, enriquece nuestra memoria, nuestra identidad, nuestra hermandad latinoamericana. Y sobre todo, hace renacer otra flor en nuestro maravilloso oficio del teatro. En ese jardín inmenso lleno de flores de los que ya se han ido —hace poco o hace mucho—, y la flor de Carlitos Ferrari retoñará con su chispeante sonrisa en nuestra memoria.


Hasta siempre, distinguido colega.

 
 
 

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