SE ME HA MUERTO UN HERMANO.
- Instituto Alejandro Tapia y Rivera
- 30 jun
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Actualizado: 6 jul

Por Roberto Ramos-Perea
En esas inesperadas llamadas de madrugada en las que cae el rayo de las trágicas noticias, las lágrimas salen sin permiso, y aunque busque excusas racionales para poder seguir viviendo el próximo minuto, el alma contrita y destrozada se avalancha en pesadumbre.
Se me ha muerto un hermano. No de vientre ni de sangre, pero sí hermano de vidas y luchas, de valentías y corajes ante la injusticia, la mediocridad y la corrupción; luchas que nunca ganamos porque en nuestro teatro las inquinas y los resentimientos siempre ningunean la razón. El que lucha con fiereza y triunfa, también se gana el rencor y la envidia del cobarde.
Xavier Cifre, mi hermano, HERMANO entre mis tres o cuatro HERMANOS con quien comparto los más sagrados propósitos de nuestro arte dramático; nos unimos desde principios de los años 80 cuando generosamente me llamó a dirigir y escribir para la que entonces era su esposa, la primera actriz Sandra Rivera, ya fallecida. Y desde ese momento, la fundación de la Productora Nacional de Teatro (PNT) fue su obsesión. Agrupó a los que habían sido los más importantes productores teatrales de todo el siglo XX, sépase Lucy Boscana, Marcos Betancourt, Alberto Rodríguez, Sandra Rivera, Myrna Casas y Jossie Pérez, Ballet de San Juan y Areyto de Puerto Rico, gracias a una dotación gubernamental tramitada por la excelsa actriz y senadora Velda González.
Aunque perseguido con envidia por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, este proyecto dio trabajo a más de 350 teatreros puertorriqueños por gira – ¡y se lograron 21 giras! y se llevó Teatro Nacional a TODOS los municipios de manera gratuita. El mismo Francisco Arriví, Padre de nuestro Teatro Nacional y padrino de la PNT, decía con asombro que la gesta de Cifre superaba por muchísimo la que él había realizado al fundar los festivales del ICP.
Con ese mismo dinero, se las ingenió para dar educación y talleres de formación a toda una generación de actores, abrió paso a los trabajos de la Nueva Dramaturgia Puertorriqueña –entre ellos los míos– y pagaba viajes de educación. Recuerdo como si fuera hoy cuando montó en un avión con destino a Europa al querido primer actor Antonio Pantojas para tomar talleres de dirección. Apoyó financieramente el Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo, y constituyó la Sociedad General de Teatro para ampliar los trabajos de la PNT a 12 compañías teatrales; y aun así había gente que le condenaba sus triunfos.
Yo no podía entender cómo la envidia y el rencor gratuito tenían que ser un obstáculo a la valentía, a la conciencia magna y a la generosidad de mi hermano. Y por eso luchaba con él, mano a mano, hasta la victoria o hasta la jodida. Al final fue más el odio, y el gobierno, instigado por una caterva de resentidos que pretendía esos fondos, privó a los teatristas de esa oportunidad, que tampoco los instigadores pudieron disfrutar. El dinero en el teatro siempre ha sido una mierda, por lleva al mediocre protagónico a quererlo para sí, y no para los suyos. Xavier consiguió aquel dinero para hacer del teatro un derecho disfrutable para todos.
XAVIER CIFRE REALIZÓ LA MÁS SIGNIFICATIVA, IMPORTANTE Y NOTABLE HAZAÑA EN FAVOR DEL TEATRO PUERTORRIQUEÑO DE TODO EL SIGLO XX, SOLO IGUALADA A LA DE FRANCISCO ARRIVÍ. Puso comida en la mesa de aquellos mismos que le combatieron. A través de su generosa religiosidad africana, babalawo iluminado y brillante, repartió progreso, salud y unidad a todo aquel que conoció.
Podría decir tantas cosas de mi hermano, de tanto que compartimos, hablamos y luchamos, de todo lo que hizo por el hoy Instituto Alejandro Tapia y Rivera como uno de sus fundadores, pero hoy mis lágrimas me interrumpen torpemente.
Dado que nuestro teatro es memoria, solo me queda recordar su obra a través de sus documentos que conservo con celo. Mi alma, por su parte, revivirá siempre su arrojo, su franqueza cáustica y su profunda meditación en su presente. Siempre le admiré la complicidad de su adorada esposa, mi queridísima actriz y amiga Ivonne Goderich, y la fuerza de vida que ambos comparten. Y nuestras últimas charlas siempre llevaban la esperanza de poder revivir la PNT en favor de la industria teatral nacional, el ofrecimiento de buenas obras teatrales gratuitas para nuestro público.
Pero hoy mi hermano se me ha ido y me siento profundamente desolado y algo vacío de sueños. El “te llamo mañana”, días antes de marcharse, se me quedó en la boca como una gotita
de hiel. Hoy su valor y su generosidad son ejemplo. Y ojalá y lo siga haciendo a través de mí para las nuevas generaciones que no le conocieron, esas generaciones para quienes la memoria es cosa pueril de ahora. Ojalá y pueda yo, siguiendo sus pasos, hacer del ahora un sagrado templo de lo bueno del pasado.
Hermano, te debo tanto que mi corazón agradecido, mis ojos nublados y estas pobres y tristes palabras nunca podrán pagarte lo que hiciste por mi y los míos. Hasta siempre, admirado soldado cómplice, maestro de mi Madre África, hermano de mi alma y del espíritu. Hermano.
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