Por R RAMOS-PEREA
Soñar es casi un atrevimiento, una pequeña revolución que se hace bajito para que no moleste a los demás.
Los “demás” ya sobrepueblan un mundo donde toda conversación, toda exigencia, toda aspiración humana gira en torno al sexo. Solo se habla de placeres carnales, de orgasmos, de nuestras preferencias en la cama, de nuestra absurda multiplicidad de “géneros”, elles, cuerpas, niñes y demás atrocidades del nuevo lenguaje.
Muchos de las nuevas generaciones solo hablan de lo que los “identifican”, de la exigencia de “inclusión” mientras promueven salvajemente la exclusión y la cancelación, y se convierten en borregos catatónicos de una individualidad torcida y narcisista. Todo se vuelve YO, YO, YO, Yo….
Y qué no decir de la política, de los nuevos parásitos torturadores capitalistas contra los rancios explotadores comunistas… la prohibición del libre pensamiento, la censura y la condena diaria de la policía feminista, la censura que vigila la mínima protesta o mueca de disgusto acusándola rápidamente de prejuicio, (ahora ya no se puede uno molestar ni indignar, ni quejarse contra nada, porque se gana el “anti”, el “fóbico”, y el “ista”…). Además… guillotinaron la comedia y la parodia.
Llegamos al fondo hace rato. Y las viejas generaciones no podemos exculparnos de esta catástrofe. Esa culpa es nuestra, de los viejos artistas infelices como yo. Esa fue la herencia que dejamos.
Mi generación solo hablaba de partidos, de desaparecidos, de socialismo, de revolución…. ¡Pero nosotros solo queríamos la poesía de la verdad! No imposturas. Matábamos por el libre pensar, el soñar sin ataduras, el ser VERDADERAMENTE LIBRE de toda moral, religión, política…
Tratar de ser un artista libre es una locura.
Lo fue para mi amigo Vincent Van Gogh, un pintor puertorriqueño, de apenas 25 años, que en la década de los setenta, era mi hermano del alma y me veía como si yo fuera su hermano mayor. Trató de ser libre a través de sus pinturas, pero se quitó la vida una noche de agosto…. heredándome la memoria de sus jóvenes sueños inutiles. Era un gran artista. Murió de noche. Perdió el camino.
Yo no quise perderlo con él. Escribí una obra de teatro titulada MORIR DE NOCHE, donde ese hermano cuenta su historia y un personaje, muy parecido a mi, se suicida con preguntas. Dos profundas llagas tiene el teatro: es biografia y es profecía. Pero el sol está en lo más alto del cielo y estoy perdido.
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MORIR DE NOCHE. Teatro Victoria Espinosa. 5 únicas funciones con Entrada libre el fin de semana del 6 de septiembre. Una producción de la Compañía Nacional de Teatro. Con Mariana Quiles, Israel Solla, Adaluz Santos, y la actuación especial de UGOH como Vincent Van Gogh.
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