Reseña:
“COMO GUSTEN” en el Dept de DRAMA de la UPR.
Por R. RAMOS-PEREA
Acudimos provocados a ver el montaje de COMO GUSTEN de William Shakespeare que la profesora Isabel Ramos, quien enseña dirección teatral y otras materias en nuestro prestigioso Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico llevó a escena. Y más que el propio montaje, su obra nos provoca varias reflexiones pertinentes sobre lo que significa una educación en el arte dramático.
La comedia pastoral AS YOU LIKE IT, escrita por el conde Edward de Vere, alias William Shakespeare en el año de 1599, no es, ciertamente, uno de sus mejores trabajos, pero sí de los más conocidos y celebrados. La debilidad de su estructura dramática, la sobre complejidad de las subtramas y lo extenso de muchos diálogos que no propician una acción acelerada como requería la comedia isableina, son aspectos objetables. Sin embargo, esta obra tiene el maravilloso mérito de incluir la famosa frase: “Todo el mundo es un escenario; todos los hombres y las mujeres son meros actores”.
A partir de esa genialidad, se desarrolla una trama de amores entre los personajes de Orlando y Rosalinda, quienes, imposibilitados por las circunstancias, se ven privados del amor para luego encontrarse en medio de un equívoco de género que propicia finalmente su unión.
A pesar de sus debilidades estructurales, la obra posee una hermosa cualidad poética, presente a través del personaje del poeta melancólico Jaques y de las reflexiones que se hacen sobre el amor como valor supremo entre hombres y mujeres. Shakespeare no podía escapar de su contexto, donde los géneros y sus definiciones eran esenciales para ratificar la belleza, la grandeza y las contradicciones de lo que llamamos amor.
Es cierto que las expresiones poéticas, profundas, melancólicas y nostálgicas de ese amor vivido en el siglo XVI siguen vigentes como entonces; pero no es menos cierto que las doctrinas de género, cargadas e impuestas a la fuerza por la llamada rebelión WOKE, podrían condenar a la hoguera los parlamentos extremadamente machistas de algunos personajes, así como ciertas actitudes radicales feministas.
La profesora Ramos, en su provocador montaje de COMO GUSTEN, ha pretendido eliminar ese contexto adaptándolo al actual espíritu de la inclusión y la equidad de género. Y lo ha intentado a través del uso de un vestuario que no señala ningún género y de una gestualidad impuesta a los actores que tampoco determina sexo o género alguno. Estas acciones resultan un tanto ambiguas, dado que la obra, se basa en la afirmación del género femenino y masculino para certificar y ratificar el amor según Shakespeare en su contexto. Sin embargo, el montaje de la profesora Ramos feminiza la masculinidad y se masculiniza la feminidad. Esto queda evidenciado en múltiples signos y escenas de su obra. Tratamos de explicarnos el fenómeno y concluimos que es parte de la llamada “inclusividad”.
No sería reprochable si nos ajustamos a la liberalidad de la doctrina WOKE y entendemos, sin apasionamientos ni prejuicios, lo que la directora escénica pretende demostrarnos: que el amor, sea como sea, no conoce barreras de género. Y eso está muy bien, aunque no sea nada nuevo. Lo que nos provocó fue la manera en que esta intención de la profesora se expresó en la dirección de sus actores.
Nos pareció que la profesora Ramos estaba mucho más enfocada en lo novedoso de su puesta en escena que en promover esa compasión, ternura, sensibilidad y ese proto romanticismo de Shakespeare que un actor debe saber transmitir. En este sentido debemos recordar que el director no manda ni ordena, ni se para a actuar la escena a un actor para que lo imite. EL DIRECTOR DA SENTIDO, EXPLICA, SEÑALA LA DIRECCIÓN DEL CAMINO, ABUNDA, MOTIVA, INCITA AL ACTOR, QUE COMO POSEEDOR DE SU ARTE, TOMA ESE ESTÍMULO Y CON ÉL CONSTRUYE. Pero el director no tiene que construir por él, sino pasarle las herramientas. Se supone que el actor estudia para realizar esa construcción, no para ser servil de una puesta en escena. EL TEATRO NO ES NINGÚN TEMPLO DE FELIGRESES SERVILES AL MONTAJE DE UN DIRECTOR. EL TEATRO ES UN TALLER DE TRABAJO OBRERO.
Es una pena que hayamos visto tan poca construcción de personajes en esta obra, habiendo como hay, actores de gran talento y presencia. Este montaje ciertamente adolece de poesía, pero no tanto por responsabilidad de la directora, sino de los actores, quienes necesitan URGENTEMENTE de las 40 herramientas de análisis de texto que existen. (Yo enseñé Análisis de Texto para actores por 30 años de mi vida en el Conservatorio de Arte Dramático. Es inconcebible que un actor suba a escena sin saber que significa lo que dice.) Urgen de un análisis de texto más profundo, denso, dedicado, investigado y estudiado línea por línea.
Los textos de Shakespeare no son sencillos ni contienen parlamentos simples; por el contrario, están cargados de una humanidad fundamental. Las fallas de dicción, la torrencialidad al hablar y el desfase en el estilo de actuación y enunciación provocaron una irregularidad que debilitó la intensidad del lenguaje dramatúrgico.
Apuntamos la actuación del joven Sebastián A. Ramón, quien, en el papel de Orlando, dio luz al escenario. Su capacidad de concentración, su foco sostenible e intenso, la expresión de su ternura, su mirada y sus posturas escénicas nos recordaron que estábamos ante un drama monumental. No podemos decir lo mismo de otros compañeros de escena, algunos de los cuales actuaron para sí mismos y no para el público, mientras que otros, tomando como punto de partida la actuación de Orlando, lograron captar nuestra atención, como la señorita Dianne Doleo Nieves, que interpretó a Rosalinda. Aunque con altibajos, mostró un personaje completo, estudiado y de interesantes matices.
Siempre nos interesa ver las producciones del Departamento de Drama, no solo porque fuimos discípulos de esas aulas, sino porque ahí vemos cómo se crían y desarrollan los futuros talentos que darán luz a nuestra escena nacional. Puedo felicitar este montaje por su maravilloso sentido de provocación.
Hacer Shakespeare no es fácil; es más que un atrevimiento. Hay retos que se logran vencer y otros ante los que se sucumbe. Pero yo pienso que es mejor fracasar con Shakespeare que triunfar con una comedia vulgar. Y esta comedia, ciertamente, no lo es. A pesar de tener elementos reprochables, es alentador que un estudiante de drama se enfrente a William Shakespeare con todas las posibilidades y visiones que ese gran genio inglés puede motivar.
Pero recuerde, esto es solo una reseña. Sale del espacio de mi opinión. No es una crítica. La crítica es el ejercicio del criterio y eso es mucho más largo y complejo de analizar y no tenemos el espacio para hacerlo.
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