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EL ESTRENO DE BOLERO Y PLENA

EL EST

Por R RAMOS-PEREA

Instituto Alejandro Tapia y Rivera

Mi gente querida me asalta con la pregunta: ¿Cómo estuvo el estreno de Arriví?

¿Qué puedo decir? Ya peino canas. No voy a elogiarme, no soy un adolescente vanidoso ni un teatrero resentido falto de atención. Pero puedo decir algo que me explota el pecho de orgullo: si algo me hizo inmensamente feliz con el estreno de BOLERO Y PLENA anoche, fue la presencia de cuatro de los más importantes dramaturgos de la Nación Puertorriqueña, quienes fueron junto a mi, a rendir el eterno Homenaje que merece el Padre contemporáneo de nuestra vocación amada.

No pude ocultar mi contento de entregarme en un caluroso abrazo con mi queridísima amiga y colega de tantos años, una de las mejores y más valientes dramaturgas de mi Patria, la también excelsa actriz e intelectual ZZora Moreno

Ver a Zora, reconocernos abuelos ya, de la generación llamada “la Nueva Dramaturgia” que fue estrechamente unida, que padecimos y trabajamos por el reconocimiento de un nuevo momento en el Teatro de la Patria, oírla felicitarme por la obra, a mis actores y sobretodo a la memoria del Viejo Arriví, me hizo de la noche una plenitud.

Igual con la querídisma colega dramaturga Flora Perez Garay, por la que guardo una admiración entrañable, no solo porque conozco la grandeza social de su obra dramática, si no porque actué en ella, me divertí con ella y he denunciado con ella en la palma de mi mano. El estar allí ante el retrato del viejo, presenciando este clásico de nuestro teatro nacional, es algo que le agradezco intensamente.

Igual con el querido colega dramaturgo Joselo Arroyo, que aunque de una generación más nueva que la mía, siempre responde con noble respeto a la seriedad del oficio que ambos amamos. Siempre he pensando que Joselo es uno de los mejores de su generación. Y el cultivo que con inteligencia y destreza siembra por lo que hacemos, es la mejor prueba de que su nombre prevalecerá.

Allí también conversé largamente con mi colega de muchos años y de luchas, dramaturgo que ha respetado a Arriví como pocos, que a través de su mentora Myrna Casas, nos señalaba con su rigor y entereza la urgencia de valorar el pasado dramático que nos une como dramaturgos y teatristas y ese director excelso, ese intelectual atrevido y sensible es, y siempre ha sido el hermano querido AAntonio García del Toro Dramaturgo de primer orden de nuestra Patria cuya obra también merece todos los homenajes que puedan dársele. Allí, aunque fuese por un ratito, lloramos nuestras penas por la eterna crisis del teatro. Pero también celebramos juntos el que aún podamos disfrutarlo en nuestros escenarios a la altura de las mejores Compañías Nacionales de Teatro del Mundo, las que él conoce vastamente.

Esas fueron cuatro de mis muchas alegrías de anoche.

Y les juro que aunque parecen pocas, las prefiero mil veces más a la jauría de imbéciles teatreros resentidos que se presentan a los estrenos a chismosear porque la obra es una viejera o porque no les gustó y evitan decírtelo o te dicen con las muelas de atrás, “hablamos después’” como si a mi me importara lo que piensan. O peor aún, que te digan “yo lo hubiera hecho de esta o de esta forma”, pues a esos le diría: “¿y por que carijo no lo hiciste?”

Pero nada de eso tuve anoche. El público que allí estuvo, muchos teatristas de hecho, respondieron con alegría y felicitación honesta a nuestro homenaje. Allí se respetó con nobleza la obra del Viejo Arriví como muy pocas veces se hace. Ese respeto es mil veces más honesto que el aplauso efectista y alborotado.

Don Juan y Doña María, que no van a Bellas Artes porque no pueden pagarlo, asisten a mis estrenos gratuitos de la Compañía Nacional de Teatro, tímidos pero felices y me dicen: “gracias por lo que usted hace”. Lo que yo haga vale poco, lo que vale es el reclamo urgente de que la cultura es un derecho de los pueblos, no es un privilegio ni de ricos ni de “blanquitos”.

Y yo tengo que honrar ese derecho. Mis puertas están abiertas. Llegue a ellas y siéntese a ver nuestros clásicos del teatro puertorriqueño. Mientras el gobierno nos ayude a hacerlo con el dinero que nos saca de nuestras contribuciones, lo haremos. Vaya a verlo. Allí estará sentado con lo mejor de la dramaturgia de nuestra Nación. Allí conocerá a Francisco Arriví.

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