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FRANCISCO ARRIVÍ FUE ASESINADO


Por RAMOS-PEREA

Recuerdo el asesinato de Francisco Arriví como si hubiera sido ayer.

Un titán de las letras y el teatro que fue celebrado y agradecido por todas las generaciones que le tocó vivir, fue vilmente asesinado por el gobierno con una lenta y sádica puñalada que durante años le fue infligida por los que le envidiaban su genialidad, su firmeza de carácter, y su inmenso propósito de beneficiar a su Nación.

Nacionalista era, claro que sí. Votaba Popular, porque era su creencia política que solo los imbéciles cuestionaban. Pero su corazón era de su Patria, de sus flamboyanes, de sus cemíes, de sus ceibas, de sus montes, de su mar.

“Todas las voces de mi Isla me trenzan hacia ti” empieza uno de sus más iluminados poemas. ¡Hay que adorar a la Patria para escribir de esa manera!

Pero más que de su patria, era amante de la voz de su gente. Los negros, los mulatos, los jodidos, los pobres de espíritu, los humillados, los marginados por las oligarquías blancas de San Juan. Y aunque era visiblemente “blanco”, nunca escondió la sangre africana que corría por sus venas y dedicó su obra a honrarla, a defenderla, a luchar por sus reivindicaciones y a mostrar los horrendos prejuicios racistas de la sociedad puertorriqueña.

Y por eso fue asesinado. Porque aun en Puerto Rico el prejuicio racial se pasea entre el gobierno, -¡sobre todo!, en el comercio, en los partidos, en la academia y los medios de prensa, en la farándula televisiva, y -¡duele decirlo!-, entre la misma cultura que tanto dio Arriví por defender.

Arriví confrontó ese prejuicio con inmensa pasión y audacia. Lo acusaron, lo persiguieron, lo humillaron, lo obligaron a retractarse, y él se mantuvo firme como ausubo, en sus ideales y en sus causas.

El 31 de mayo estreno su obra BOLERO Y PLENA en el Teatro Arriví de Santurce con la Compañía Nacional de Teatro y con el apoyo del Instituto de Cultura Puertorriqueña que le debe y le deberá tanto.

Arrví fue asesinado. Fue asesinado por un gobierno descarado y fascista que mata todo lo que toca. Y tanto empujó el puñal que su corazón no pudo más. Quizá a él no le gustará que yo dijera esto con tanta rabia. Pero yo ví ese asesinato. Lo viví con él. Tengo autoridad para decirlo.

Por eso ahora quiero revivirlo mostrando su obra, ¡gratis! para su Pueblo. La Nación que tanto amó, y que debe pagarle ese amor de alguna manera y la mejor manera, es irlo a conocer.

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