Por R RAMOS-PEREA
Imaginar un Luis Lloréns Torres, acabado por el cansancio, la repetición y la impotencia, convertirse de la noche a la mañana en el viejo lujurioso, frenético, boquiduro y macharrán, chalado por la jovencita Julita de Burgos, esa que escribe versos que destasajan el corazón… es presenciar un suspiro portentoso de la poesía nacional. Los dos más grandes poetas de la Nación, desnudos, intercambiando sus embriagados alientos y guiños, acariciándose al ritmo de las olas del mar y plagiándose mutuamente sus versos. Es una imagen hermosamente torcida.
La poesía hace esas cosas malvadas. Hace jóvenes irracionales y pervertidos a los viejos, y a los jóvenes los vuelve indiferentes, egotistas y cínicos.
Cuando escribí mi drama TUYA SIEMPRE JULITA, jamás pensé que la historia me daría la insospechada gratificación de que todo lo que había imaginado como drama ERA CIERTO como historia. En la curiosidad insaciable del dramaturgo (ese ser maldito que remueve con su bastón las yerbas sobre las lápidas, como diría Lenormand) encontré cartas, poemas, documentos y demasiada amargura que confirmaba la pasión carnal y poética de estos dos torrentes de río.
Los publiqué con mi obra en el libro que acaba de salir de las Ediciones Tapianas del Instituto Alejandro Tapia y Rivera
Los invito a conocer esta historia. Ya está en las librerías de San Juan.
A finales de noviembre, mi querida hermana, la primera actriz Amneris Morales junto a su hija Belange y un apasionado grupo de actores, estrenarán esta pieza mía en un teatro de Nueva York. Estoy seguro que más que honrar mi obra, honrarán la honesta verdad de estos dos seres que se amaron en el justo medio de un huracán político y poético.
Allí estaré a contagiarme, otra vez, con el mal de la historia, y con la tristera enfermedad de la poesía.
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