NUESTRO 𝐄𝐒𝐏𝐈𝐑𝐈𝐓𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐇𝐎𝐘
- Instituto Alejandro Tapia y Rivera
- 1 sept
- 3 Min. de lectura
𝐏𝐨𝐫 𝐑.𝐑𝐚𝐦𝐨𝐬-𝐏𝐞𝐫𝐞𝐚

Hoy tuve el inmenso privilegio de hablar ante el salón de conferencias de la Fraternidad Surcos abarrotado de público, iniciando el ciclo de conferencias organizado por el querido hermano Arturo Otero, líder de la Escuela Espírita Rubén Caballero que allí se reúne. Fui invitado a ofrecer la charla titulada 𝑨𝒑𝒖𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒖𝒏𝒂 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒔𝒐𝒄𝒊𝒂𝒍 𝒅𝒆𝒍 𝑬𝒔𝒑𝒊𝒓𝒊𝒕𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒆𝒏 𝑷𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐 𝑹𝒊𝒄𝒐, tema al que le he dedicado largos años de estudio, reflexión y meditación, no solo como un interés intelectual, sino como admirador de todo lo que se refiere a esta iluminada filosofía de vida.
Durante mi charla expuse buena parte de la historia del Espiritismo puertorriqueño, e hice hincapié en varios temas que conciernen al estado de la práctica de la filosofía espírita, el trabajo espiritual y moral de los centros y la gran aportación de estos a la sociedad puertorriqueña. Expresé de manera sucinta, cómo desde el paleolítico el hombre ha luchado por sostener el velo abierto entre los dos mundos, el de los desencarnados y el de los encarnados, y cómo a través de la historia, hasta la llegada del cristianismo, ha habido maravillosos consensos sobre tres temas fundamentales: la existencia de una comunicación entre estos dos mundos, la inmortalidad del alma y los correctivos procesos de la reencarnación.
Desde que los neandertales adornaban sus tumbas con flores, aromas y plantas para hacer el viaje a ese otro estado, pasando por los egipcios, indios, aztecas, mayas, lacotas, cheyennes y por supuesto nuestros adorados ancestros taínos, la existencia de estos dos mundos no ha necesitado de religiones punitivas, ni de persecuciones ni de quemas en la hoguera para ratificar el magno principio de que la muerte no existe.
Tuvo que ser la formulación del cristianismo a manos de Pablo de Tarso quien clausuró con sus avaros intereses la puerta de esos dos mundos convirtiendo al rebelde Yeshua Ben Joseh en un producto de consumo y conquista. Esa torcida moral fue traída a nuestras tierras a sangre y asesinato y hasta convertirse en el verdugo de los más iluminados principios del Espiritismo.
Abundé en las grandes diferencias que existen entre el espiritismo kardeciano y nuestro Espiritismo mal llamado “folclórico”, que convive generosamente con rituales y prácticas de las antigüedades yorubas, de ceremonias heredadas del vudú, de María Lionza, de Palo Monte, que fueron desarrolladas y ejecutadas por nuestros ancestros esclavizados.
Hablé de cómo nuestro Padre de la Cultura, Alejandro Tapia y Rivera, junto a Manuel Corchado y Juarbe, fueron los primeros en expresarse abiertamente sobre esta hermosa filosofía en sus escritos. Reflexioné sobre cómo la práctica del Espiritismo hoy no debería pretender divisiones que reclamen ser las verdaderas, cuando nuestras prácticas son tan autóctonas, tan nuestras y en muchos aspectos diferentes a lo que el maestro Allan Kardec categorizó y codificó en la Francia del siglo XIX.
El Espiritismo es una filosofía de vida, no es, ni fue ni será una religión, ni jamás lo ha pretendido. Es el cristianismo y sus radicales católicos, los que han forzado esa definición del Espiritismo como religión, acusando de brujería toda aquella comunicación con el mundo de los desencarnados. Quien dude de esto que lea las crónicas del “Santo” Oficio de la inquisición que desde hace más de 5 siglos sigue quemando gente viva en sus hogueras.
Recalqué la importancia de la convivencia entre las tradiciones yorubas y las prácticas de la filosofía espírita, y en la sesión de preguntas aclaré con muchísima precisión la importancia de vivir un Espiritismo libre de dogmas que nos permita ofrecer nuevas perspectivas tanto científicas como vivenciales de la relación que existe entre el mundo de los desencarnados y nosotros.
Creo que fue una actividad muy provocadora del libre pensamiento, no solo para el público allí presente, sino para mí. He sido admirador del Espiritismo porque es una filosofía de libertad, sin dogmas, sin religiones, sin intermediarios sagrados y sin los castigos a los que el cristianismo en todas sus sectas, nos sigue sometiendo hoy.
Gracias a la Escuela Espírita Rubén Caballero por permitirme estas reflexiones que serán publicadas muy pronto, de manera gratuita para todos, en las páginas del Instituto Alejandro Tapia y Rivera, quien sigue honrando la filosofía, el trabajo literario y cultural y la vida del hombre que nos enseñó a pensar.
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