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Roberto Ramos Perea

¡NECESITO AYUDA!


Por R RAMOS-PEREA

Esta noche decidí dar un paseo por las murallas de El Morro evocando los lugares donde se desarrolló “1843-POR MARICON”, la obra que ensayo con la Compañía Nacional de Teatro, que estrena ya mismo, el 3 de noviembre en el CBA.

Le contaba a mi fiel compaña, sobre lo que había pasado al pie de esas soberbias murallas que fueron testigos de supremos momentos de nuestra gloria. Bajo ellas, allí cerca de la Princesa, estaba la Puerta de San Juan, donde los barcos descargaban mercancías traídas de la Europa y se vendían allí mismo en las caletas. Por allí entraban libros, instrumentos musicales, cartas, comida, telas, herramientas, actores, suripantas, monjas, poetas, esclavos… por allí entró resistencia y revolución. ¡Qué lugar para ser admirado!

En 1843, por esas murallas se pasearon Francisco Sabat y José Colombo, la primera pareja del mismo sexo que fue llevada a las cortes por delitos de sodomía. Bajo esas murallas se amaron los primeros defensores de los derechos LGBTTQ de nuestra historia, a quienes honramos con esta producción teatral histórica.

Pocos años después, 1846, desde ese mismo puerto, Acosta, Baldorioty, Nuñez y Micault, nuestros primeros científicos puertorriqueños, partieron a Madrid a formalizar sus estudios para con ellos fundar nuestra primera Universidad, que fue exterminada, por el tirano Juan de la Pezuela.

Bajo esas impertérritas murallas, en 1849, el Padre de Nuestras Letras Patrias, Don Alejandro Tapia y Rivera, abrazaba a su llorosa madre y a su hermanita, obligado al exilio político, por ser una “mala influencia” en la juventud del país.

Y así, emocionado y algo sensible ante esos ladrillos de cinco siglos, defensores de nuestra promisora identidad, dignos representantes de nuestra más humana fortaleza, puntales místicos de nuestra esperanza, signos imperecederos de lo que es una Nación que se crece sobre el exterminio. Conmovido casi hasta las lágrimas por tanto orgullo por mi santa Patria, paso mis dedos por sus muros leyéndoles el alma…

…hasta que me detiene un grafiti que decía: “¡Viva la chocha de Puerto Rico!”.

Y entonces me di cuenta de que necesito ayuda.

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