Por R RAMOS-PEREA
Todos somos "artistas".
Pero… “…el arte solo te servirá para consolar las inmensas desgracias de tus pequeñitas ilusiones”, le dice el profesor universitario Emile Zolá a un joven puertorriqueño veinteañero llamado Vincent Van Gogh, antes de que intente suicidarse una noche de agosto, en un muelle de La Parguera.
Cuando escribía mi obra MORIR DE NOCHE, la historia de un Vincent Van Gogh puertorriqueño, me dejaba guiar por caminos de mucha tristeza, que trataba de consolar con mi torpe razón “realista”. Pensaba cuáles eran aquellas cosas que le impiden a un artista llegar a la plenitud de sus ilusiones creativas.
Todos somos artistas de alguna extraña manera. Creamos formas, mundos, pensamientos que guían nuestras ilusiones a ese espacio de paz donde creemos que somos felices.
Pero ¿cuáles, quienes, porqué son los obstáculos que nos enfrentamos para ese sencillo fin de alcanzar con nuestra vida vulgar, la santidad de la armonía con nuestro propio ser?
¿Acaso una relación que pensamos que nos produciría amor del bueno, del cómplice, del creativo, que de pronto se nos convierte en un querer obligado y culposo, tortuoso, que nos impide crear y ser útiles al alma?
La perdida del misterio, el hastío de la existencia vulgar, común cotidiana, donde las minucias del sobrevivir se devoran nuestros más iluminados sueños?
¿Para qué carjos nos sirve hacer arte? Si algo o alguien siempre aparecerá que te lo joda.
Estas preguntas mías tuvieron el privilegio de ganar un importante reconocimiento del Teatro Mundial, el ser el Primer Finalista del Premio Tirso de Molina de España en el año 1992, donde en ese mismo concurso ganó mi drama “Mienteme Más”. Ese premio es el mayor galardón que se le da a un dramaturgo de habla hispana en el mundo. No siento ninguna modestia en recordarlo y reclamarlo porque fue una competencia muy dura contra más de 300 y pico de obras de todo el mundo donde se permitía un máximo de dos obras por autor. Y para asombro de los mismos españoles, este jíbaro de Mayagüez coló en la recta final las dos suyas y la ganó en dura lid.
Y aquel triunfo, del que solo han disfrutado unos siete u ocho latinoamericanos, fue fundamental en mi paso por el misterio de ser artista. Ese misterio triste que ahora recuerdo, ensayo tras ensayo, para presentarlo a ustedes con la Compañía Nacional de Teatro, este próximo 6 de septiembre, en cinco funciones únicas en el Teatro Victoria Espinosa, gratis y libre para mi triste país.
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