Por R RAMOS-PEREA
Hay algo que afanosamante buscamos los que deseamos el arte. Se llama “sentido”.
Los seres humanos que piensan, cuestionan el “sentido” de las cosas. Pero ¿a qué llamamos ‘sentido”? ¿A una simple razón de ser o hacer? "Sentido" puede ser también dirección, como el sentido de las calles, es camino, perspectiva, puede ser hasta esperanza.
Cuando se le pregunta a alguien ¿cuál es el sentido de su vida?, simplemente preguntamos “¿a dónde va tu vida?”.
Pero como nos repulsa vivir en la simpleza, nos envolvemos en racionalizaciones y justificaciones mediocres, casi siempre sobre nuestras carencias y nuestras gratificaciones y concluimos a pesar nuestro, que hay cosas “que no tienen sentido”, y nos posee una depresión sin nombre pues nada podemos hacer para encontrar ese sentido fuera de nosotros. Porque fuera de nosotros NO HAY sentido.
“LAS COSAS TIENEN EL VALOR QUE TÚ LES DAS”, solía repetirme el amoroso diablito de mi conciencia. Y ese diablito me ahorraba muchos sufrimientos porque me hacía responsable de todo cuanto me pasara. Porque ciertamente el responsable era YO. Nadie más. Era yo quien daba “sentido” a mis pequeñas y miseras tragedias. Era YO el que daba valor y sentido a mis carencias.
Y cuando los seres humanos tenemos carencias, no miramos cuán simples son, si tienen solución, ni hacia dónde van. Son NUESTRAS carencias del ego y como vulgares narcisistas, nuestro “sentido” se cierra a la posibilidad cero… no moverse, no decir nada, no actuar sobre lo que nos afecta. Tomamos el peor de los caminos…EL VIVIR SIN SENTIDO, el caminar sin rumbo ni proyecto, a la suerte, a donde nos lleve el viento, y ese naufragio lo vestimos de cerveza, de droga, de sexo, de narcisismo, de vagancia e indolencia o de la aclamada "posverdad". Y lo que es peor, nos consolamos el vacío echándole la culpa a los demás. El sentido pierde “plenitud”.
El sentido, -como el de las calles que transitamos-, puede tener dos direcciones o un a sola. O bien dos contrarios muy pegaditos uno de otro.
Uno va en un Fiat rojo por el carril de la derecha y por el de la izquierda viene un camión, inmenso como una culpa. Uno acelera, el camión acelera, UN GIRO RÁPIDO DEL GUIA al carril del camión que se acerca, el juego de la gallina, ¿quien se acobardará primero? El camión eructa su bocinazo atroz. ¡El choque será espectacular y FINAL!
Y a poco menos de perder “sentido”, alma, proyecto, familia, arte y vida…. Giras otra vez el guía a tu carril, piensas en los demás, en tu propio hastío, en el “sentido” equivocado, en el valor errado que le diste a las cosas… y lloras sobre el guía del Fiat, inconsolablemente… regresas a tu casa, pintas unos furiosos girasoles y con una navaja mohosa, te cortas la oreja izquierda….
Y mientras sangras mirando al cielo, cuando miras esa inmensidad del espacio donde solo hay una dirección, un sentido…. Entonces escuchas esa voz que te acompañará siempre y con la que la vida te gritará cada vez que intentes quitártela…
¡Cuánto amo mi propósito! Porque mi propósito tiene SENTIDO, y si mi propósito es el arte, pues el arte tiene el valor de mi amor… y tal vez el amor que doy -Y NO EL QUE EXIJO- es lo único que tiene SENTIDO fuera de mi.
Así explico la primera escena de mi obra MORIR DE NOCHE a mis actores. Una obra muy importante en mi carrera, que me ganó un “sentido’ inapreciable de la vida. Una obra que estrenaré el 6 de septiembre en el Teatro Espinosa con la Compañía Nacional de Teatro, inspirada en la vida y el sufrimiento de un Vincent Van Gogh puertorriqueño y que fuera ganadora en el Premio Tirso de Molina de España de 1992.
Ya les seguiré contando sobre ella y su “sentido”.
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